
Tenía reputación de honesto y poco interesado en las riquezas materiales, aunque posiblemente, como todo artista, sintiera necesidad de otras formas de reconocimiento. Daba especial relevancia a la plena libertad de diseño, negándose a "copiar" características u elementos estilísticos en sus proyectos, y llegando al extremo de resignar toda remuneración a cambio de tal libertad expresiva. Religioso practicante y devoto, transcurría su vida laica con votos de pobreza.
El lenguaje arquitectónico de Borromini llegó en Sant' Ivo, ápice de su estilo y del Barroco, a una concepción del espacio que -basada en una visión del infinito como sugestión- anula los confines entre masa y atmósfera. La absoluta libertad con la que maneja el repertorio de la tradición, ya fueran elementos tardo antiguos o miguelangelescos o incluso obtenidos del mundo oriental o de la naturaleza, no pudo por menos que desconcertar a sus contemporáneos.
Se dice que su carácter era huraño y solitario. Su final, con un suicidio, hicieron que la posteridad acentuara su estoicismo, que en vida demostró mediante una rigurosa carrera profesional. Posiblemente esta característica fue la que le granjeó enemistades y pérdida de encargos en una época donde el respeto por el ordenamiento clásico limitaba en gran medida la innovación artística.