viernes, 11 de noviembre de 2011

Wallace H. CAROTHERS




Wallace Hume Carothers (abril 27, 1896 hasta abril 29, 1937) era un americano químico, inventor y el líder de la química orgánica en DuPont , le atribuye la invención del nylon.

Carothers fue un líder de grupo en la Estación Experimental de DuPont laboratorio, cerca de Wilmington, Delaware , donde la mayoría de los polímeros se llevó a cabo la investigación. Carothers fue un químico orgánico que, además de nylon primero en desarrollo, también ayudó a sentar las bases de neopreno . Después de recibir su doctorado, fue profesor en varias universidades antes de que él fue contratado por DuPont para trabajar en la investigación fundamental.

Se casó con Helen Sweetman el 21 de febrero de 1936. Carothers había sido perturbada por períodos de depresión mental desde su juventud. A pesar de su éxito con nylon, que sentía que no había logrado mucho y se había quedado sin ideas. Su descontento se agravó por la muerte de su hermana, Isobel, y en la noche del 28 de abril de 1937 se registró en una habitación de hotel de Filadelfia y se suicidó tomando un cóctel de jugo de limón mezclado con cianuro de potasio. Su hija, Jane, nació siete meses después el 27 de noviembre de 1937.


(Esto dice la horrorosa traducción de la wikipedia. Es más extensa, pero no profundiza en la persona, ni en su muerte, ni en la caducidad programada del nylon actual)

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Vladimir HENZL dice:

Ya a principios de este siglo algunos químicos descubrieron que era posible fabricar fibras sintéticas a partir de compuestos obtenidos por destilación seca de la hulla. Sin embargo, ninguno de ellos creyó que este descubrimiento tuviera más valor que cualquier dato químico que se puede alcanzar en un laboratorio, pero que no puede ser punto de partida de una fabricación industrial. Los documentos que describían este descubrimiento quedaron unos 30 años en las bibliotecas empolvadas y en los cajones de las mesas de trabajo. Hasta que un día cierto joven decidió examinar a fondo las posibilidades de fabricar fibras sintéticas partiendo del alquitrán de hulla. Se llamaba Wallace Carothers. Tenía 32 años entonces, en el año 1928. Este químico trataba de convertir alguna sustancia de bajo peso molecular en materia de alto peso molecular. Se sabe que se puso a experimentar con doscientas clases distintas de sustancias, hasta que al final tuvo éxito, después de años de vanos esfuerzos.
Una vez calentó una mezcla de ácido adípico y hexametilendiamina a una temperatura de 300° C. Se pueden preparar estos dos compuestos a partir del benceno que, como vimos en el primer capítulo de este libro, se forma en la destilación seca de la hulla. Carothers calentó su mezcla, pero excluyendo la entrada del aire. Para ello llenó de nitrógeno los aparatos de vidrio que utilizó para su experimento. Calentó la mezcla durante varias horas hasta que se fundió todo el contenido de los aparatos. Luego destiló el agua formada durante la fusión, y en el fondo de los aparatos quedó una materia lechosa turbia. Carothers la examinó con mucho cuidado, le metió un alambre y tiró: la materia se alargaba, y mientras más adelgazaba, más firme se hacía.
Esto era notable, pero lo más extraordinario era que la fibra delgada se solidificaba al aire sin ningún baño especial. Hasta entonces, como lo vimos, pocos habían logrado fabricar una fibra sintética sin baño final.
El joven químico estaba sorprendido: la fibra delgada, en lugar de romperse, era tan tenaz como un alambre de acero. Carothers era un químico extraordinariamente inteligente, con capacidades asombrosas, y sobre todo un hombre de una paciencia poco común y de fuerte voluntad. Repitió el experimento. El resultado fue el mismo. No había dudas. El joven había descubierto una nueva sustancia que se podía utilizar para la fabricación de fibras sintéticas como nadie en el mundo las había fabricado hasta entonces. Carothers subrayó la fecha 28 de febrero de 1935 en su calendario, y acuñó la expresión "polímero 66", porque en las dos sustancias químicas que se unen en la nueva fibra ácido adípico y hexametilendiamina hay seis átomos de carbono por molécula. Sólo después de algún tiempo recibió esta fibra el nombre de nylon. Se cuenta una historieta acerca de esto. No sé si es verdadera. La cuento sólo porque es curiosa.
Dicen que un día llamó a Carothers el director de la fábrica donde trabajaba el joven inventor, y le dijo claramente que no le gustaba el nombre del polímero 66.
- Eso no quiere decir nada; necesitamos algo que suene bien, un nombre que la gente pueda recordar fácilmente dijo el director.
Carothers pensó un momento.
- Aquí lo tiene: nylon.
- ¿Qué es eso, oiga? ¿Cómo se le ocurrió eso? preguntó el director, sorprendido.
Carothers sonrió:
- Son las iniciales de las palabras de la frase: Now you lousy old Niponese.
El director se sonrió y aceptó el nuevo nombre de la fibra. Según parece, es así como la palabra nylon, mundialmente conocida, remplazó a polímero 66. Por lo menos es lo que se dice. A lo mejor es cierto que buscaron simplemente un nombre fácil de recordar y que sonara bien.
Pero ya habían pasado algunos años desde el momento que se empezó a fabricar la nueva fibra industrialmente. Y no fue nada sencillo fabricarla. Fue necesario superar muchas dificultades técnicas, y así no aparecieron primero en el mercado medias o ropa hechas con esta fibra sintética, sino cepillos de dientes. Sólo las bombas soltadas por los aviones que llevaban sobre sus alas los símbolos del Sol Naciente, el día 7 de diciembre de 1941, sobre la armada estadounidense que dormitaba en las aguas de la isla de Oahu, ayudaron a vencer todos los obstáculos. El nylon se empezó a fabricar en grandes cantidades y para propósitos que nadie hubiera ni siquiera soñado en la época que Wallace Carothers vio por primera vez la materia lechosa y turbia, en su laboratorio.

Esta fibra de materia plástica, producto del carbón negro corriente, de la paciencia poco común y de la curiosidad del químico, es hoy parte indispensable de nuestra vida cotidiana.
Se fabrican con ella no sólo cepillos de dientes, redes de pescar, paracaídas militares, vestidos, medias, hilos que usa el cirujano para coser heridas, batas de trabajo, máscaras, ropa interior, sino también cuerdas para las raquetas de tenis.
El nylon es pariente del silón checoslovaco, del perlón alemán, del caprón soviético, del mirlón suizo, del estelón polaco, del celón inglés. ¿Preguntan ustedes por qué? Pues porque se equivocó Wallace Carothers durante uno de sus experimentos.

10. El error que costó millones
Ya dijimos que Wallace Carothers era muy concienzudo y extraordinariamente preciso, y que trataba de investigar todo compuesto que acaso pudiera cambiarse en materia de alto peso molecular para la fabricación de fibras sintéticas. La empresa estadounidense Du Pont, donde trabajaba Carothers, hacía patentar en seguida todos los inventos de éste y vendía bien caro a otras fábricas los derechos de patente por el método de producción que había inventado Carothers.
Dicen que incluso el maestro carpintero se da un martillazo a veces. De la misma manera se puede equivocar también un maestro en química. Carothers, eminente químico, se equivocó terriblemente. Veamos cómo.
La lactama es uno de los productos derivados del alquitrán de hulla. Carothers trató también de fabricar fibras a partir de este compuesto, como lo hizo con decenas de otras sustancias. (Recuérdese además que este químico trataba de transformar materias de bajo peso molecular en materias de alto peso molecular.) Pero no le salió bien el experimento con la lactama. Por eso escribió en uno de sus trabajos que no se puede fabricar fibra sintética a partir de la lactama. Y una sola frase ("La lactama no se polimeriza en la reacción que forma normalmente las poliamidas, ya se utilicen o no catalizadores durante la operación") costó una fortuna a la empresa de Carothers. Tal vez la frase en cuestión parezca incomprensible. En resumen quiere decir: "Hagas lo que hagas, si quieres convertir la lactama en materia de alto peso molecular, aunque pidas ayuda a alguna otra materia, o catalizar, que facilita la reacción química, no conseguirás nada".
Los químicos de todo el mundo leyeron esta frase de Carothers, y la entendieron muy bien. Fue un verdadero reto. Como un caballero de la Edad Media, el químico moderno había desafiado a sus rivales, los demás químicos. Y éstos le hicieron frente. Uno de ellos, el alemán Paul Schlach, consiguió en 1937 lo que no pudo conseguir Wallace Carothers: convertir la lactama en una materia muy parecida a la que utilizó el químico estadounidense para fabricar su fibra de nylon. Una grieta peligrosa que había abierto en la muralla de los derechos de patente de la empresa Du Pont, para la que trabajaba Carothers. Los alemanes, y luego todo los demás empezaron a fabricar fibras artificiales a partir de la lactama según el método de Schlach, y no siguiendo los métodos patentados por Carothers. Sólo después de algún tiempo el mundo supo con asombro que Carothers había escrito aquella frase infeliz, porque el compuesto que había utilizado para preparar su lactama, el ácido aminocaproico, no estaba bastante puro.

11. ¿Casualidad o plan preciso?
Planteemos todavía otra cuestión: ¿Carothers descubrió por casualidad el secreto del nylon, como, por ejemplo, el tejedor sajón Keller había descubierto la fabricación de papel a partir de madera? De ningún modo. Wallace Carothers persiguió su meta inexorablemente, metódicamente, según un plan preciso de investigación, y poseía grandes conocimientos químicos. Sabía muy bien cómo cambiar las materias de bajo peso molecular en materias de alto peso molecular. Sabía que el hecho de hilar el producto que quedaba en la vasija de reacción, convirtiéndolo en hilitos delgados, imponía cierto orden a las moléculas del hilo: ya no podían éstas ponerse donde se les antojara, sino que se volvían soldados disciplinados bien formados uno al lado del otro, uno junto al otro, firmemente unidos. Allí está precisamente el secreto de la flexibilidad y solidez de la fibra de nylon: en la cohesión asombrosa de las moléculas.
Aprendamos además esto: llamamos policondensación a una reacción como la que se realiza en la fabricación del nylon entre el ácido adípico y la hexametilendiamina. Es una transformación de materias de bajo peso molecular en sustancias de alto peso molecular, durante la cual se elimina algo (en nuestro caso, agua). Si no queda nada que eliminar en tal trasformación (y esto pasa en el caso de muchas reacciones químicas), se trata entonces de lo que se llama polimeración. Y ahora, la última sorpresa. Hay que saber que lo que pasa en la vasija de reacción en el laboratorio, pasa también en el cuerpo humano. En éste las proteínas se forman de la misma manera. Hay quien dice incluso que los químicos imitaron precisamente la condensación y polimerización del cuerpo humano. Pero no hay que creerles.

12. Tobera en lugar de alambre
Recordemos que cuando Carothers descubrió una materia lechosa y turbia en el fondo del recipiente de vidrio, metió en ella un alambre y tiró, para que se formara una hebra muy fina. Ahora se procede de un modo algo distinto durante la fabricación del nylon. Al salir directamente del recipiente de reacción, el polímero que así se llama el producto final de alto peso molecular es sometido a una presión de nitrógeno para expulsarlo por toberas con orificios muy pequeños. La fibra que se forma, por solidificación al aire, se enrolla en seguida en un tambor rotatorio, y precisamente al enrollarse rápidamente y estirarse adquiere solidez y elasticidad considerables.
La fibra de nylon es muy brillante y ligera, y se rompe sólo al ser sometida a una tracción de 51 kg por milímetro cuadrado.
Tiene otra propiedad, y es una propiedad inestimable de que carecen la lana y la seda: no arde. Sólo a 250°C se funde. Otra cosa más: las polillas que atormentaron tanto a nuestras madres o mejor dicho, a sus vestidos de lana guardados en el armario ni se fijan siquiera en los vestidos de nylon. El inventor del nylon, Wallace Carothers, no esperó el auge del nylon que conoce actualmente el mundo. Murió trágicamente dos años después de haber visto por primera vez, en su laboratorio de Wilmington, el hilito de la nueva materia sintética. Tenía 41 años.

http://www.librosmaravillosos.com/elmundosintetico/capitulo05.html


Breve historia del nylon (nailon)

En 1930 Wallace Hume Carothers comenzó a dirigir un programa de investigación en química básica orgánica, en la empresa Du Pont. Carothers y sus colaboradores se focalizaron en el estudio de la composición de polímeros naturales, tales como la celulosa, la seda y el caucho, con la idea de producir materiales sintéticos parecidos a estos. En 1934 cuando ya casi había resuelto que los esfuerzos en producir una fibra sintética del tipo de la seda habían fracasado, ocurrió un accidente. Este suceso convirtió el fracaso en un enorme éxito, se obtuvo una seda sintética, el nylon (nailon).

El nailon (poliamida con estructura similar a la de la seda) había sido fabricado un tiempo atrás, y como no pareció tener ninguna propiedad especialmente útil y fue dejado de lado, sin ser patentado, continuando con la investigación sobre poliésteres, productos más fáciles de manipular. Trabajando con uno de estos materiales Julian Hill notó que si se acumulaba una pequeña bola de estos polímeros en el extremo de una varillla de vidrio y se estiraba la masa, ésta se extendía llegando a ser de una apariencia muy sedosa. Esto atrajo su atención y la de los otros que trabajaban con él y se cuenta que un día, mientras Carothers había ido al centro de la ciudad, Hill y sus compañeros intentaron ver lo lejos que podrían llegar estirando una de estas muestras. Tomaron una bola pequeña en una varilla de agitar, bajaron corriendo al vestíbulo y la estiraron formando una larga cuerda. Fue haciendo esto cuando notaron la gran apariencia sedosa de los filamentos extendidos y se dieron cuenta que con el proceso efectuado la resistencia del producto se incrementó, supusieron que lo que estaba ocurriendo, a nivel submicroscópico, es que estaban reorientando las moléculas polímeras.

Debido a que los poliésteres con que estaban trabajando tenían punto de ebullición demasiado bajos para su utilización en productos textiles, regresaron a las poliamidas, que habían dejado a un lado, encontrando que estos materiales poliméricos, también podían ser estirados en frío para incrementar su resistencia a la tensión. Es así como se hicieron tejidos excelentes, filamentos y otros objetos moldeados a partir del fuerte polímero producido por el estirado en frío. La empresa Du Pont nunca tuvo una patente de la composición del material del nailon, sino que únicamente patentó el proceso del estirado en frío. Este proceso descubierto accidentalmente dio lugar al producto más importante que la Du Pont puso en el mercado.

El nailon más común es el llamado nailon 6,6. Estos dos seis, se refieren al número de átomos de carbono en las dos unidades monómeras, una de las cuales es un diácido orgánico de seis átomos de carbono por molécula (que contiene oxígeno) y la otra una diamina de seis átomos de carbono por molécula (que contiene nitrógeno). Cuando los dos monómeros se combinan químicamente para producir el polímero, eliminan una molécula de agua entre cada extremo de cada monómero unidad. Se trata de una reacción de polimerización por condensación.

En el proceso de estirado en frío, las largas moléculas del polímero son alineadas entre ellas, de forma que todos los átomos de oxígeno de una cadena pueden formar un enlace de hidrógeno con un átomo de nitrógeno de una cadena adyacente. Esto une las moléculas individuales del polímero, de manera semejante al de las fibras de una cerda, que forman un cordón cuando son trenzadas juntas.

Esta asociación de las moléculas de los polímeros lineales por medio de enlaces de hidrógeno es la responsable del gran incremento de la "fuerza" de las fibras de nailon.

El mismo principio da cuenta de la fuerza de las fibras de seda; las moléculas de poliamida naturales de la seda están orientadas de tal manera que los enlaces de hidrógeno mantienen unidas las moléculas individuales. Los gusanos de seda realizan el estiramiento en frío, cuando extienden los filamentos de la seda.

Volviendo a nuestro material poliamídico, podemos mencionar que otra propiedad de las telas de nailon es la facilidad con la que se secan. Esto se debe a los puentes de hidrógeno, que dejan muy poco lugar en el polímero para que los átomos de hidrógeno del agua puedan ser atraídos.

Si comparamos la estructura del nailon con la del algodón (formado principalmente por celulosa) vemos que éste presenta muchos grupos -OH que pueden unir al agua. Esto hace que el algodón será más difícil de secar que el nailon.


Cuando fueron ofrecidos por primera vez a la venta en la ciudad de New York el 15 de mayo de 1940, se vendieron 4 millones de pares de medias de nailon en las primeras 5 horas. No obstante tales ventas no pudieron mantenerse durante mucho tiempo porque este material sintético fue usado para aplicaciones de guerra, principalmente en los paracaídas.


El nailon es un sólido opaco, blanco, que se usa principalmente para hacer fibras textiles, ya que puede ser fácilmente hilado, como la seda. Durante la Segunda Guerra Mundial el acceso a la seda del Lejano Oriente fue evitado por el ejército japonés, el nailon probó ser una fibra superior en muchas propiedades, siendo utilizada principalmente en ese momento para elaborar artículos militares, como cuerdas para barcos y paracaídas. Su uso en medias para mujer aumentó enormemente su popularidad. Además de ser útil para obtener fibras textiles, el nailon se usa también en cuerdas de llantas y en artículos moldeados.

(Todavía queda dilucidar la extraña muerte de Carothers)

sábado, 5 de noviembre de 2011

Andrés Rábago, "El Roto"



Dos hombres anónimos en una ciudad cualquiera una tarde de tantas. Uno afirma ufano: "Me he insonorizado el despacho", a lo que el otro responde con cierta ironía: "Es poco eficaz, es mucho mejor insonorizarse la conciencia". No es un chiste, aunque despierte una sonrisa a medias; es sátira social. Su autor, un conocido dibujante, se deja mecer en su estudio madrileño por un silencio casi místico una mañana de marzo. No es un humorista gráfico, aunque a veces nos haga reír; es un pensador, un hombre que no está encantado de conocerse pero cuyo principal ejercicio es practicar el autoconocimiento. Cada palabra que escribe, cada trazo que dibuja, es una bofetada cariñosa a la conciencia del lector. Conversamos con Andrés Rábago, El Roto, filósofo de la cotidianeidad.

Teníamos la intención de entrevistar a El Roto y nos encontramos con que no viene solo. OPS, Jonás, Ubú... ¿Quién es quién?

Para empezar, no es fácil decir quién es quién porque el núcleo que alimenta a todos ellos tampoco sé quién es. Esa indagación me está llevando toda la vida... En cualquier caso, cualquiera de ellos no es más que un lenguaje, un nivel de comunicación y de indagación sobre lo que yo considero real. Son también distintas fases de ese intento de comprensión y, a la vez, de comunicación de esos resultados.


¿Y Andrés Rábago?

No es más que el amanuense, el que lleva a cabo la labor de plasmar desde el punto de vista plástico esas ideas que han ido sobreviviendo.

¿Qué necesidad viste de comunicarte a través de El Roto? ¿Cuándo nació este heterónimo y por qué?

Uno de los primeros fue OPS, que nació en la época del tardofranquismo, cuando me pareció muy interesante un tipo de lenguaje de indagación personal, de introspección y de apertura al contenido interior, a la zona de la psique más del terreno del inconsciente. Ese fue el campo de búsqueda de OPS. Cuando llegó la democracia este lenguaje se quedó un poco obsoleto, porque yo insistía en no utilizar palabras, sino sólo imágenes, que tenían un mayor contenido simbólico y eran más legibles en distintos estratos. Llegó un momento en que esto ya no era útil, porque el lector ya no tenía capacidad de interpretar, sino que quería que las cosas fuesen dichas más abiertamente. En ese momento apareció ese segundo heterónimo, El Roto, con un lenguaje más político, más abierto, y con la pretensión de indagar más en el terreno de lo social, lo externo, lo cotidiano.

De todos modos, hoy El Roto emplea las dos fórmulas, sigues usando el dibujo sin palabras.

Me interesa mucho el dibujo, por lo tanto me interesa que el dibujo tenga una calidad plástica. Por eso, y también porque creo que el dibujo sin palabras es muy rico, una vez por semana utilizo el dibujo sin texto, sólo con un título. Quizás como ejercicio, y para mantener vivo un tipo de plástica que me interesa.

Rechazas el término de humor gráfico, para insistir en que lo que tú haces se enmarca en el terreno de la sátira política...

No exactamente, yo prefiero llamarla social, porque se dirige al terreno de las ideas, lo político me interesa menos, en el sentido de que el lenguaje político en sí es un lenguaje muerto, no me interesa. El humor puede ser un componente de la sátira pero no es su núcleo esencial. El núcleo esencial de la sátira es poner de manifiesto aquello que consideras que son falsificaciones o mentiras, las formas en las que se presentan las cosas para ser más digeribles. Arrancar esa careta es justamente lo que hace la sátira.

Goya, Daumier y Grosz son algunos de los grandes referentes de este género. El régimen nazi decía de Grosz que era el "bolchevique cultural número uno". A ti el poder podría llamarte fácilmente "terrorista gráfico número uno"...

No les des ideas...

¿Incomodar al poder? ¿Remover conciencias? ¿A quién se dirigen tus "bofetadas"?

El poder, de la misma manera que la política, no me interesa. Lo que me interesa es la conciencia, y creo que es a través de la conciencia de las personas a través de la que se puede llegar a modificar la realidad. Estoy bastante harto de los lenguajes revolucionarios que a lo único que llevan es a más destrucción. En cierto modo, todo tipo de sátira es moralista, se mueve dentro de la idea que tenemos de la moral. Las posibilidades de modificación o movilización de las conciencias es el terreno en el que se emplea la sátira; la búsqueda de esa conexión con esas zonas más próximas a lo vivo dentro del "otro". El intento de comunicar y de estar a su lado, el clarificar la comprensión de los lectores, esa es la función básica de toda comunicación, y la sátira en sí es un mecanismo más de la comunicación.

He leído en algún lugar que crees que no se puede aportar nada a la transformación social sin un paso previo de autoconocimiento...

Creo que sí, que el autoconocimiento es la base de toda transformación. El autoconocimiento es el que puede transformar lo real, eso es algo en lo que creo.

Uno de los personajes de El Roto afirma: "Creía que el odio que sentía era mío hasta que descubrí que procedía de los auriculares". ¿Eres de los que escucha cada mañana a Jiménez Losantos para encenderse? ¿Qué te inspira?

Bueno, yo soy un lector de prensa, los otros medios me parecen más de entretenimiento que de información. Existen muchas canales de información pero donde esté un buen periódico... Si existiese el periódico ideal, sería el que te da la información estructurada, porque sino lo que ocurre es el caos informativo que tenemos. Un buen periódico es el que te da una información estructurada para que después tú elijas lo que te parezca conveniente. Lo demás es una cacofonía, un ruido ambiental que no facilita la comprensión.

¿Crees que es posible la objetividad en la información? ¿Ese periódico ideal no podría ser el que dice de modo transparente "aquí me sitúo yo"?

Hay que diferenciar entre opinión e información. Es cierto que en la propia selección de la información hay una opinión, pero aun así, creo en el periodismo, y creo que hay periodistas que tratan de ver las cosas lo más objetivamente posible. Siempre hay ese tamiz de lo personal, de lo individual, pero esto es inevitable en toda actividad humana.

¿Cómo ves el panorama mediático del Estado español?

No lo veo mucho... pero la prensa cada vez está más volcada en dirigir la opinión y eso no me gusta. Aun así creo que es el único medio en el que todavía, sabiendo leer, puedes enterarte de algo.

¿Y con respecto a tus comienzos?

Desde entonces hemos ganado muchísimo. En ese momento es cierto que empezaron a surgir unas publicaciones, con las que yo trabajé, como Cuadernos para el Diálogo, Triunfo, Hermano Lobo, que trataban de abrir el espectro político. De algún modo fueron las parteras de la democracia, esas publicaciones hoy olvidadas que fueron muy importantes para la sociedad. Recuerdo que entonces la gente llevaba como bandera las revistas y los periódicos en los que creía.

Más allá de que tu género sea la sátira. ¿Haces arte? ¿Comunicación? ¿Existen fronteras definidas?

La palabra arte está bastante echada a perder... Lo que sí busco es que lo que hago tenga una calidad formal. Te das cuenta de que lo que resiste más el paso del tiempo es lo formal, curiosamente. Las ideas, los textos, pueden quedar olvidados, obsoletos, porque las modificaciones en las situaciones políticas pueden hacerles perder la utilidad. Sin embargo, el soporte formal siempre tendrá una cierta fuerza.

¿Puede el arte servir como arma de transformación social?

Tengo dudas, sobre todo cuando se utiliza el término arma, en ese momento ya me echo para atrás. No me interesan las armas, no es el tipo de lenguaje que me interesa. Sin embargo, yo creo que el gran arte, hablando seriamente, es aquel que refleja el nivel que ha alcanzando el hombre en ciertos momentos. Yo creo mucho en la pintura, creo que las artes plásticas son instrumentos ya probados, que han atravesado milenios y que todavía nos conmueven, y esas son las artes que me interesan. En ese sentido creo que estos instrumentos son envoltorios que sirven para atravesar el tiempo y llegar a aquellas personas que después de muchos años pueden llegar a entender cómo era el hombre en esa época.

En ese sentido, ¿debe tener el arte un sentido de universalidad?

Efectivamente, el arte debe tender hacia la universalidad, no buscar dirigirse a lo inmediato y al que tiene delante, sino que debe buscar la abstracción, una forma abstracta de entender al hombre. Pero es verdad que tipos de arte que fueron realizados por una necesidad de explicarse lo que estaba pasando es gran arte también. Depende de la dimensión, de la profundidad del contenido y de la dimensión humana de quien lo hace.

Me sorprende que digas que no te interesa la política cuando mucha gente en este país considera que eres uno de los grandes analistas políticos de nuestro tiempo. ¿Qué es exactamente lo que no te interesa?

Las palabras se nos escurren siempre... ¿Qué no me interesa? No me interesa la política como estructura de poder. Me puede interesar como forma de intentar resolver problemas, como instrumento, pero no como fin en sí mismo.

¿Que le gustaría romper a El Roto?

¿Romper? Creo que simplemente intentar entender mejor las cosas, no se puede ir mucho mas allá que eso. Ese intento de saber un poco más de ti mismo, y buscar lo que tú crees que en esta vida es más enriquecedor. Ese estar simplemente en paz, sin que te estén perturbando. Ese es el ideal al que aspiro.

¿Y entiendes algo?

La verdad es que no. Me hago más bien preguntas que respuestas...

Pero quizás ahí esté la dificultad, en saber hacerse las preguntas adecuadas...

Es posible. Es verdad que si no nos hacemos preguntas es porque hay demasiado ruido. Creo que lo que tenemos que hacer es practicar una cierta ascesis, vivimos en un mundo en el que nos sobran demasiadas cosas. Hay demasiado ruido ambiental. El silenciar un poco el entorno es básico, lo que parece cada vez más difícil.

En ciertos momentos El Roto amplía nuestro diccionario y nos cuenta, por ejemplo, que una frontera es aquel "lugar donde termina una locura y empieza la otra". ¿Cuáles son estas fronteras?

Todo lo que nos fragmenta, nos divide... Las fronteras no sólo son las físicas, también hay las personales. Todo eso que nos separa del otro, o incluso de nosotros mismos, aquello que nos fragmenta, son formas de locura. El proceso de reunificación es largo, y no sé si alguna vez lo llevaremos a cabo... Los mitos antiguos ya lo decían, de esa fragmentación no nos damos cuenta porque es imposible verlo, siempre estamos en uno de esos fragmentos. Si te distancias puedes ver todos los fragmentos y empezar a quitar algunas de las fronteras interiores, pero no es fácil.

Eres un filósofo...

No, simplemente tengo bastante tiempo... e intento pensar.

¿Te compromete trabajar en un medio como El País?

En todos los lugares donde he trabajado he intentado hacer lo que sé. Y el único límite que tengo soy yo mismo. Después, el lugar en el que lo haces... cuanta más difusión tenga, pues mejor. De todos modos, si simplemente tienes un oyente o un lector, te comunicas con la misma intensidad como cuando te diriges a muchos. La voluntad de comunicación debe ser la misma.

¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Primero la idea? ¿El dibujo?

Es bastante sencillo. Normalmente las ideas sobre las que quiero trabajar surgen de la propia prensa. Me nutro de la prensa para saber lo que está pasando y cuáles son las cosas que me inquietan en ese momento. Las dejo estar ahí y después de cierto tiempo vuelvo a ellas. Ese dejar que la espuma suba y buscar lo que está debajo es lo que hago. Me interesa trabajar con las corrientes profundas, no con las zonas superficiales del mar. Después decido hacer un dibujo concreto porque veo bien como puedo realizarlo. Las ideas son como las simientes, no se las puede acelerar. Hay algunas que tardan años en florecer y otras que rápidamente las puedes cosechar.

¿Tienes personajes tipo?

Sí, son personajes anónimos, arquetipos. Muy pocas veces se les ve la cara, si se les ve busco qué imagen puede decir según que cosa. Hay caras que no sirven para lo que quieres decir. Generalmente me interesa que lo diga alguien anónimo, como cualquiera de nosotros.

Una de tus obsesiones es la sociedad espectáculo. En El Roto hay a menudo televisiones devorando cerebros...

Sí, la televisión es mi bicha negra. Creo que la televisión es el auténtico enemigo del pueblo. Es el auténtico instrumento de dominio de la sociedad. Es un medio tan penetrante que es imposible tomar distancia frente a él, y eso lo sabe el poder y lo instrumentaliza.

Antes de hablar contigo intuía mucha rabia detrás de El Roto, pero te veo absolutamente pacificado, sereno...

Es que la rabia no te permite ver, lo mismo que la ideología, que no te permite ver nada. Todo lo que acabas por ver es un reflejo de tu furia. Si el agua está muy turbulenta no puedes ver lo que está debajo, sólo cuando está calmada ves los peces, las plantas, las piedras... Creo que es necesaria una cierta calma y eso requiere, sobre todo, desearla.

Aloia Álvarez Feáns forma parte del Consejo de Redacción de Pueblos. Este artículo ha sido publicado originalmente en el nº 36 de la revista Pueblos, marzo de 2009.